A fines de marzo, un Boeing 787-9 de la aerolínea australiana Qantas con algo más de 200 pasajeros despegaba de Australia. Diecisiete horas, tres minutos y nueve husos horarios más tarde, aterrizaba en las pistas de Londres. Era el primer vuelo regular directo entre Australia y Reino Unido y representaba la capacidad de la nueva generación de aviones en servicio de romper las barreras entre continentes.
El mercado aeronáutico está viviendo una revolución, pero, más que el desafío de la distancia, lo que mueve realmente al sector es la obsesión por la eficiencia. La presión del modelo de negocio low cost ha reducido los ingresos que las aerolíneas obtienen de cada pasajero, lo que ha multiplicado la presión de los fabricantes por aparatos menos costosos de operar. Y el éxito ha sido innegable, especialmente en el combustible, el gasto más importante de cualquier vuelo.
Para lo que sí está sirviendo el auge de la ultralarga distancia es para acelerar los esfuerzos de las aerolíneas por enfrentarse al otro lado de la ecuación: los viajeros no solo quieren pagar menos por su vuelo, sino que también quieren que no afecte a su salud y tener un módico confort mientras viajan.
Uno de los principales problemas para pasajeros y tripulantes es que, a altitudes estratosféricas, el aire es muy seco. Por ello, empresas como la sueca CTT Systems diseñan sistemas de humidificación que son incorporados por la última generación de aviones tanto de Airbus como de Boeing.
Otra necesidad es mantener a los pasajeros distraídos. Los sistemas individuales de entretenimiento (IFE, en sus siglas en inglés), con pantallas en cada asiento, se han vuelto prácticamente imprescindibles en los vuelos de larga distancia, pero cada vez más pasajeros prefieren —o necesitan— usar sus propios dispositivos conectados a sistemas internos de la nave.
Pero el futuro está en el wifi, que, según el operador de satélites Inmarsat, va a representar ingresos de más de 800 millones de dólares a las empresas este año. Firmas como la suiza SITA OnAir o la estadounidense GoGo compiten por equipar aviones y unirse a un mercado que, según Inmarsat, puede llegar a ser de 15.900 millones de dólares en 2030.
11-04-2018 / GS1 Perú